El debut directorial de Nicholas Colia es un coming of age hilarantemente duro

Compartir

Griffin Nafly, un majestuoso Everett Blunck, es un aspirante a guionista que lo tiene todo muy claro respecto a sus decisiones creativas, con 14 años dirige un grupo de actores como si tuviera una increíble experiencia profesional que lo precede. Totalmente ensimismado y en el papel de un genio consumido por sus demonios, Griffin, es un niño adulto que por muy claros que tenga sus objetivos profesionales, sigue siendo un adolescente que transita las mismas inseguridades que su generación.

Con un cast que incluye a su mano derecha Abbie Ryder Forston (Are you there God?, It´s me Margaret) como Kara, quien lo ayuda a sobrepasar el tener que soportar a un elenco sin mucho talento pero que al fin y al cabo son sus amigos. Griffin pasa la mayor parte del tiempo solo en su casa, su mamá (Melanie Lynskey), que está presente pero casi siempre en el teléfono o con algo por hacer, por lo que Griffin deambula en su propio mundo de letras y escenas inspiradas en su propia vida.

Todos los veranos se junta con sus amigos, para practicar la obra de teatro que está trabajando y tal como un campamento de teatro los bombardea con actividades dejándoles cero opción de poder disfrutar de sus vacaciones lo que se vuelve un problema en el equipo. Más aún cuando la directora (Kara), decide irse de viaje con su novio en vez de quedarse a ensayar lo que desata una serie de eventos desafortunados para los planes que Griffin tenía en mente. Es en este contexto donde conoce a Brad (Owen Teague), un maestro carpintero que está ayudando con algunos quehaceres de la casa.

Entre curioso y obnubilado, Griffin comienza a hacer parte de su vida a esté volátil joven (mayor que él) que es actor, que vive en Nueva York, que solo está de paso y que representa todo lo que Griffin siempre ha tenido como estereotipo del talentoso actor desempleado y perdido que nadie lo ha encontrado. Así, empiezan a ayudarse creativamente mutuamente, o así lo piensa Griffin en primera instancia, y a compartir un verano que definitivamente va a impactar en la vida del protagonista.

Poco a poco, “Griffin in Summer” comienza a cambiar del humor que saca carcajadas a un drama más intenso y real, tocando temáticas como la amistad, la familia disfuncional, el amor y relación de madre e hijo y el paso de la niñez a la adolescencia, con capas y emociones que hacen transitar al espectador en el mundo de este chico de 14 años que ya te ha robado el corazón con sus vivencias.

 El director en su debut directorial no solo logra conectar con la audiencia a través de un protagonista audaz y con una historia innovadora, sino también logra obtener el mayor galardón entregado por el certamen del Festival ganando como Mejor Película el día de hoy.