El director Don Hardy nos muestra la vulnerabilidad y talento de la artista de una manera que emociona y nos deja reflexionando sobre el dolor, el amor y en cómo un don tan grande como el que tiene la cantautora de What´s Up”, Linda Perry, ha sido funcional a sus vacíos emocionales más difíciles de superar en su vida.
Primeras Impresiones
Nunca me imaginé que una voz tan intensa, ni con tantas cosas por decir fuese una manera de escape tan grande ante una pena gigantesca contenida. Linda Perry tiene la destreza de conectarse con lo más profundo de su ser y purgarlo en parte de la música más importante que encontramos después de los ochenta.
Cuando escuchas la poesía que es capaz de fluir por las venas de Perry o sientes el vibrato de “I am Beautiful” en la voz de Christina Aguilera no imaginas que eso sale de un lado más oscuro, todo lo contrario, es pura vulnerabilidad. Nace desde la incertidumbre, la angustia y el dolor, desde un duelo a una infancia que la marcó toda una vida, pero que al mismo tiempo fue lo que canalizó su enorme talento y ansiedad, como la misma artista lo afirma, en un sinfín de exitoso trabajo que no termina nunca, incluso, luego de ser operada de una doble mastectomía.
La compositora de una canción que marcó a una generación nunca ha parado de hacer música, pero ahora lo hace para otros y a pesar de estar la mayoría de su tiempo en un estudio, es capaz de interpretar el sentimiento de sus cantantes y conectar con ellos hasta escribir y armonizar algo para que lo sientas suyos, cómodos en esas letras. Es esa conexión y disociación entre lo que pasa en su interior versus toda su cotidianidad exterior lo que se muestra en el documental.
Una de las ironías más potentes de la salud mental es que incluso desde los procesos más dolorosos pueden salir las cosas más bonitas y Linda Perry es un vivo ejemplo de eso. Su resiliencia y lucha diaria contra sus propios demonios ha sido consistente toda su vida y si bien, logra hacer catarsis con su increíble talento, eso no quita la lucha diaria que debe tener con ese vacío y rabia que la invade y que no para a pesar de todos los logros que ha tenido en la vida. Es sin duda un ejemplo de resiliencia.
El Documental
En “Linda Perry: Let it Die Here” la vulnerabilidad de la artista sale a flote, el lado humano que se escondía en un estandarte noventero que hablaba del patriarcado y lo necesario que era alzar la voz “a todo pulmón y preguntarse qué está pasando”. Muestra a una mujer que lo ha logrado todo y que el último tiempo, y en el proceso del documental, se enfrentó a la enfermedad de su madre, a su propia enfermedad y a su trabajo que es lo que hoy la mantiene estoica, incluso, cuando por dentro puede haber estado a punto de dejar de luchar en algún momento.
La autenticidad con la que Perry se muestra en pantalla hace conectar a cualquiera, seas amante de la música, hayas pasado por un duelo, o solo asistas una historia increíble de superación. La versatilidad con la que fluye todo lo que hace versus una mujer que siempre, en un círculo adictivo, necesita un poco de stress en su vida, como ella afirma introspectivamente, no puede ser más profunda, desgarradora y por sobre todo real.
Sin tapujos, ni maquillajes y con una utilización del arte y la música que es capaz de purgar los dolores y convivir con las dualidades más grandes del ser humano. Una película para reflexión y legado que fue parte de la parrilla programática de esta nueva edición del Festival de Cine de Tribeca.