“Tengo un mundo de sensaciones
Un mundo de vibraciones
que te puedo regalar” Tengo de Sandro
Nadie mejor que Luca Guadagnino, el cineasta italiano para registrar y traducir en imágenes la eclosión de la juventud. Esta vez nos sumerge en el mundo del tenis con la excusa de plasmar lo que siempre está latente en su cine: el deseo y las sensaciones. Pero lejos de retratar a la cancha como el típico espejo de la vida, el director nos invita a ver la vida como un juego, o incluso como una eterna pista de baile donde cada gota de sudor emana ambición, cada movimiento se convierte en un grito de anhelo, cada roce destila tensión y cada mirada destella sensualidad. Como el mismo director asume en varias entrevistas, «La pelota es la fuerza efímera e invisible del deseo, quería mostrar el deseo yendo y viniendo».
«Challengers» comienza con el pulso que marca la identidad de la película: una vibra energizante y eléctrica que bombea a los tres personajes que acompañaremos a lo largo de las dos horas de metraje. Ellos son Art Donaldson (Mike Faist), Patrick Zweig (Josh O’Connor) y Tashi Duncan (Zendaya), tres tenistas que se verán enredados en un triángulo adictivo aunque tóxico y apabullante por momentos pero que para una mejor experiencia permítanme utilizar el cliché de no revelar más detalles de la historia. Es que justamente la película se presenta como si fuera un juego de tenis en sí mismo en donde la pelota va adquiriendo más peso a medida que vamos conociendo el pasado que hay detrás de cada uno.
Así es como el film se despliega a lo largo de un espectro de 13 años, avanzando y retrocediendo como los golpes de una pelota, construyendo un relato cargado de tensión e intensidad. Pero hay que aclarar que si se narrara de manera lineal, se perdería la carga energética y sensual de la trama, y no nos sumergiríamos en la desesperación que impregna hacia el acto final, haciendo que el último partido se sienta tan trascendente. Además se sentiría una premisa un poco desabrida en la que son solo dos chicos peleando por una mujer.
En cambio, Guadagnino lleva este género del deporte a terrenos refrescantes y utiliza la cámara y todas sus elecciones (cámara lenta, primerísimos primeros planos, planos cenitales, punto de vista) para que todo sea una fiesta visual y resulte en un elaborada idea de que muchas veces para jugar, no todo tiene que ser tan serio. Para el cineasta la cancha es la extensión de los juegos mentales, de poder y de manipulación de este trío. Y como siempre en el cine de Guadagnino, la juventud es el centro. Es sabido que para los jugadores de cualquier deporte el paso del tiempo es el fantasma que los acecha porque tarde o temprano significa que deberán abandonar el juego. En ‘Challengers’ la adultez está latente, pero los personajes le escapan para quedarse en ese mundo del tenis en el que la cancha es una eterna pista de baile donde los protagonistas conectan con las experiencias sensoriales primitivas, y convierten al juego en el elixir deseado. Es por eso que la película es un cocktail de climas y Gudagnino lo sabe y se apoya casi por momentos exclusivamente en la excelente y palpitante banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross que a través de un estilo techno house que generan ritmos pulsantes y enérgicos y conciben una atmósfera casi adictiva. Creanme que el efecto quedará por días en el espectador.
Y por último, ‘Challengers’ no sería la misma sin sus jugadores. El trío magnético de Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist elevan la película con sus encarnaciones torrentosas donde cada uno da el golpe exacto que el juego requiere.
«Challengers» es un relato a puros climas que emanan deseo, sensaciones, y sensualidad, todo apuntalado en un estilo visual, narrativo y musical desafiante. Podríamos decir, para concluir el alegato de la eterna juventud, ‘Challengers’ es como una vibrante noche de baile donde al día siguiente tras la resaca, no quieras comprenderlo, sentilo.